¡Miedo!
Eso fue lo que sentí
al decidir cambiar de trabajo. Detrás de mi cara sonriente se escondía una
temerosa e insegura mujer que no tenía idea de lo que pasaría después.
Fui profesora
universitaria por catorce años. Con una licenciatura en Educación en Idiomas
Modernos (inglés) lograr una plaza como docente a dedicación exclusiva en una
universidad autónoma en Venezuela me venía bien en aquel año 2002. Para
entonces, mi familia pasaba por problemas económicos y con mi sueldo pude
ayudar a mi madre y hermanos. En realidad, eso no era lo que yo quería hacer
con mi vida, pero decidí abrir ese paréntesis que ahora cierro con más
satisfacciones que desencantos. Como mencioné al principio, sentí mucho miedo.
En Venezuela muchos dirán que las cosas no están como para dimitir y buscar
otro empleo. Sin embargo, yo he dado ese paso y los resultados han sido
excelentes.
Hacer lo que me gusta
Ya con cuarenta años
encima (aunque no los aparento J), sólo quiero hacer lo que realmente disfruto. Así que un día me puse a
redactar la visión y misión de mi vida. En ese momento me di cuenta de que no
podía seguir haciendo lo mismo que hasta ahora. Para dar ese giro que me
pusiera en sintonía con mis proyectos tenía que cambiar.
Entonces, me inscribí
en clases de lengua y cultura portuguesa. He realizado unos cuantos viajes a
Brasil y la alegría que siento cada vez que lo hago es indescriptible. Uno de
mis proyectos está relacionado con ese país que yo llamo “o meu país de coração”.
Me gusta la docencia.
Por mi formación en la enseñanza de idiomas, empecé a hacer una diplomatura en
Enseñanza de Español como L2/LE. Gracias a este curso, me he actualizado y
estoy desarrollando competencias en el área de ELE. Yo, ¡feliz!
Nuevo trabajo
No ha pasado un mes de
mi renuncia y ya tengo un nuevo empleo. Me encanta porque es una nueva
experiencia y una oportunidad de aprender que yo valoro mucho. Luego les
contaré más al respecto J
La confianza
Fue precisamente la
confianza en mis capacidades y destrezas la que no me dejó hundirme en las
aguas de la tristeza y la desesperanza. En un país como Venezuela, con tantos problemas
de orden político, económico y social es cuesta arriba para una mujer dejar un
trabajo “seguro” para “caminar en las arenas movedizas” del campo laboral.
Puedo decir con orgullo que yo lo logré.